miércoles, 24 de febrero de 2010

CARTA PASTORAL DE CUARESMA

Con motivo de iniciarse el pasado Miércoles de Ceniza la Cuaresma 2010, nuestro Arzobispo envió al clero y fieles de la ICAA no romana su carta pastoral que a continuación transcribimos
Nos, Luis Bergonzi Moreno, por la Gracia de Dios,
Príncipe de la Iglesia, Arzobispo Primado y
Diocesano de Buenos Aires

Al Venerable Clero y fieles:
Paz y bendición en Nuestro Señor Jesucristo
Hemos comenzado el pasado Miércoles de Ceniza la Cuaresma del año de Gracia 2010 un llamado a la conversión profunda que en un tiempo harto difícil nos empuja a mirar dentro nuestro y alrededor de nosotros. La frase de la Escritura que nos han dicho a la hora de imponernos la ceniza “acuérdate que eres polvo” evoca esa frágil condición de esta maravillosa vida que el Padre nos regala por puro don y que pareciera esfumarse en medio de la violencia con que le es quitada a tantas personas sin una aparente preocupación de los que gobiernan. El llamado a la vida misma desde las entrañas maternas, aún cuando está signada por el pecado original que heredamos de Eva y Adán, ha valido la Sangre del mismo Jesucristo que se entregó por nuestra causa y nos dio la suya propia a cambio de vivir para siempre.
Así, como cristianos, esta Cuaresma nos enfrenta a la gracia que Dios ha derramado sobre cada uno de nosotros al llamarnos a la existencia, pero una vida que tenga por norte la eternidad y como cotidiano la dignidad de hijos de ese Padre que nos ama y a la que debemos responder con santidad en el servicio donde estemos puestos.
Pareciera que todo es lo mismo; no! más que nunca el aferrarnos con amor a nuestra santa fe nos dará la seguridad que las fluctuaciones vacilantes de lo subjetivo nunca pueden darnos; la indiferencia frente a los desvalores, la cultura del “pisar cabezas”, de los facilismos y –lo que es peor - creer que en materia de fe todo da igual “porque todas las religiones llevan a lo mismo”……..mentira solapada y buen disfrazada de “ecumenismo” de la que el demonio se vale para poner en un pie de igualdad nuestra verdadera fe católica y apostólica frente a otras expresiones de fe que debemos respetar totalmente pero NO podemos compartir.
Conocer nuestra fe nos dará la amplitud para defenderla, difundirla y amarla porque el ser católicos nacionales nos implica una ardua tarea de entrega, sacrificio y compromiso con el Evangelio y el carisma de san Carlos Duarte; acá donde se nos ha llamado y no mirando con melancolía “donde fuimos o quisimos” ser y donde se nos considera poco más que un cisma.
Más que lamentar lo que nos une o separa con respecto a otros hermanos católicos, está vivir en plenitud la realidad de una Iglesia Nacional que libre del yugo de una Curia centralista, predica el Evangelio en ese esplendor de sencillez y de inclusión que nuestro Señor ha querido para su santa Iglesia.
La Cuaresma nos compele a vivenciar el amor de Jesús que se da a cada uno por PURO amor y de esa gracia de donación sin par, surge el amar a todas las personas por el solo hecho de ser un soplo de Dios.
El grito desgarrador de tantas almas que se pierden por causa de haber convertido la tarea misionera de la Iglesia en asistencialismo social, los dolores de tanta gente que se ve desplazada, los pobres que siempre estarán con nosotros y los jóvenes ahogados en el veneno diabólico de la droga, son para nosotros el desafío de estos 40 años que cumplimos como ICAA no romana y deberemos abrazarnos muy fuerte a Nuestro Señor para no sucumbir como el vacilante Pedro en la noche amarga del Jueves Santo, y llevar la luz de la Resurrección -no importa si a uno o a mil-; lo verdaderamente importante es que, como hijos de san Carlos Duarte, ni el mundo ni los poderes de este mundo ahoguen nuestra lucha por las almas.
Cuaresma es pensar en la Cruz; sin ella nuestra fe está vacía, es ahí donde vamos a sobredimensionar el sentido del sufrimiento particular y eclesial, es donde tiene valor la oblación, pero al pié de la cruz está siempre la Virgen Santísima; y desde lo alto de esa Cruz hemos oído de labios de Jesús agonizante “ahí tienes a TU madre”.
Les encomiendo redoblar la vida de oración, de ofrecer sacrificios silenciosos y ayunos en la medida de nuestras posibilidades. Adorar a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, nos ayudará a vivir este tiempo de reflexión, de dádiva, de generosidad con los más pobres, de entrega dichosa. Acercarnos con piedad y sencillez al sacramento de la Confesión sanará las heridas del pecado en nuestras almas; no vacilemos en recibir este bálsamo sacramental.
Esta Carta Pastoral será leída en todas las Misas y Celebraciones el domingo siguiente a ser recibida.
Dadas en Nuestra Sede, firmadas y selladas con Nuestros Blasones a los 11 días del mes de febrero –Nuestra Señora de Lourdes- del Año del Señor de 2010 en el decimocuarto de Nuestro Ministerio.-