miércoles, 23 de diciembre de 2009

LA NAVIDAD

Está profundamente signada por esa doble naturaleza de Nuestro Señor que sin dejar de ser Dios para no perder a sus criaturas, se hace hombre por medio de una mujer. El misterio infinito del amor que no repara en consecuencias a la hora de la entrega, que no es formal o figurada; toda nuestra realidad llena de dolor y miseria vuelven a ser luz y gozo en Aquel que con un llanto restauró la caída de Eva y Adán. Navidad no es papá Noel o dulces o burbujas: es el idilio de amor de Dios por nosotros sin preguntas, sin cuestionamientos: amor por el Amor mismo. La más terrible tormenta de la humanidad, el pecado, nos había cerrado el acceso al Padre pero fue Él, en el tiempo oportuno cuando por la fuerza del Espíritu Santo, descendió al límpido seno de María Inmaculada y sin mancharla ni aún después del parto, se nos dio tierno, pobre y vulnerable como lo puede ser cualquier niño. Ahí están, la humilde y gloriosa María: sacrosanta y bella; san José con su silencio entregado y el pequeño diciéndonos a nosotros pobres mortales “para que sean como Él, se hace uno de ustedes”. Santa y feliz Navidad!!!

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